A veces nos sentimos extraños con nosotros mismos.
Y no acabamos de comprender la razón.
Experimentamos la sensación de que otro piense por nosotros mientras nos dejamos llevar.
Y no encontramos la forma de romper con esa inercia que nos arrastra.
Prisioneros de opiniones, comentarios, apreciaciones, evaluaciones, dictámenes, criterios, requisitos... Entramos en un laberinto donde resulta complicado escuchar nuestra propia voz entre metálicos ecos y carcajadas que distorsionan la realidad que nos envuelve.
Y esperamos sentados sobre el muro a que la lluvia que nos envuelve arrastre todo y nos renueve.
Que libere nuestros músculos de todas las presiones y nuestras manos, por fin, puedan plasmar libremente aquello no conseguíamos escuchar: la voz de nuestro interior.
Ese impulso creador adormecido entre capas de formularios, planes de futuro y proyectos...
Y mañana, ¿qué?. Fotografía digital (2012)
El momento es AHORA.
Las calles vacías multiplican el rumor de tus pensamientos.
En los espejos del suelo las nubes oscuras se miran furtivamente mientras el viento las aleja.
En tu bolsillo derecho, dos agujeros; en el izquierdo el panorama escasamente mejora: unas llaves, diez euros y un papel plegado con dos ideas nacidas tras un café.
El momento es AHORA.
Aunque no haya dinero, aunque las críticas no sean buenas.
Aunque pierdas el aliento cada vez que compras materiales, aunque parezca que este sueño se acaba... "Mientras hay vida hay esperanza" rezan varios trazos de bolígrafo azul sobre el papel mojado.
Levantas la mirada al cielo y un rayo de luz atraviesa el firmamento.
Y abres los labios para decir, sonriendo: "Después de la tormenta, viene la calma".
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