lunes, 28 de mayo de 2012

¿Art=money?

En la actualidad, debido al contexto de crisis económica generalizada, nos vemos obligados a escudriñar dentro de nuestros cerebros para encontrar el camino para que nuestras creaciones "encajen" dentro de las expectativas de un público cada vez más reacio a realizar dispendios económicos.
Y con ello no me refiero a que la vía comercial para el arte y los creadores de primera fila esté cerrada, todos conocemos el flujo de capitales que buscan otras formas de rentabilidad en los momentos en que las vías de enriquecimiento tradicionales fallan... (no hay más que recordar el elevadísimo precio alcanzado en recientes subastas de arte). El mercado necesita valores en los que refugiarse ante la inestabilidad de otras inversiones más especulativas y de rápido beneficio, ahora más volátiles que nunca.
El mercado de ofertas de trabajo revela también las imperiosas necesidades de empresas y empleadores: agentes y gestores comerciales, pues se ha contraído el mercado y son los productores los que deben perseguir al consumidor potencial.
¿Es realmente esa una buena estrategia? ¿Funciona en el mundo creativo?
Parece que las perspectivas no auguran un umbral demasiado bueno para los creadores que no sepan adaptarse a los tiempos que corren...
Las primeras consecuencias derivadas de los cambios en la política económica del país ya se han hecho notar en sectores fuertemente vinculados con el patrimonio y el arte. De hecho, conozco a varias decenas de profesionales vinculados al arte y al patrimonio desde diferentes campos de actuación (arqueólogos, restauradores, conservadores y curadores de arte, artistas...) que han visto cercenadas las fuentes de financiación y por ende, cerrada la puerta que permitía el desarrollo de su actividad.
El conocimiento, mantenimiento y divulgación de nuestro patrimonio es, al contrario de lo que pueda parecer, una fuente de riqueza. Son muchas las reflexiones que pueden alimentar una argumentación a favor de esta afirmación, así que retornaremos sobre ello en muchas ocasiones.
 Así, a bote pronto, podemos decir en primer lugar que es un valor que enriquece, porque mantenemos un legado heredado que interesa no sólo a nosotros en tanto que somos sus propietarios, sino porque constituyen un polo de atracción que se puede utilizar dentro de adecuados proyectos de turismo sostenible. Ideas para una oferta de calidad que complemente otras opciones disponibles de ocio y relax tradicionales.
En segundo lugar, porque el arte y la capacidad de creación de nuevos lenguajes se alimentan del conocimiento de la esencia de nuestra forma de ser, de nuestra historia y desarrollo como sociedad. Necesitamos referentes que nos anclen en unas cordenadas de espacio y tiempo, que nos permitan advertir rasgos comunes y diferenciadores en este mundo tan global y universal.
Y para no hacer este post un laberinto de ideas: porque partiendo de la nada, un artista, un investigador o un restaurador pueden ofrecer a la sociedad nuevas perspectivas, opciones que en una mirada general a la actualidad económica parecen más que necesarias.
¿Os parece que invertir en arte es perder dinero?

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