Generalmente, los creadores se ven motivados a expresar sus ideas ligados a varias motivaciones.
Desde el inicio de la Humanidad, han sido cuestiones religiosas y creencias las que han motivado gran parte de estos actos artísticos. Así, podemos apreciar diferentes tipos de ritos propiciatorios para la fecundidad, la fertilidad y la abundancia entre las primeras escenas plasmadas por los artistas de las sociedades de cazadores y recolectores, entre los primeros ganaderos y agricultores y en algunas sociedades contemporáneas que viven apartadas de la globalización...
Que no falte alimento, que tanto la cosecha como la caza sean abundantes, que las mujeres engendren niños sanos... Únicamente debemos sustituir los bisontes y cabras de cuevas y abrigos por los objetos que determinaron las inquietudes en períodos sucesivos para entender que el arte, desde el inicio de la jerarquización de las sociedades y la aparición de las oligarquías, ha servido como herramienta ideológica a los intereses de gobernantes y mecenas. Lementablemente, mover la brocha o el cincel con estilo sólo generaba situaciones beneficiosas para el artista dependiendo del peso de su promotor... (¿por qué sigue sonando todo tan extrañamente familiar?).
Diferente. Fotografía digital.(2012).
¿Artistas o artesanos? ¿Ha cambiado, en el fondo, esa realidad?
Porque discursos y argumentaciones hay muchas, pero cuando uno realiza un trabajo, desea su retribución correspondiente. Al final, somos herederos de una sociedad en la que mantenerse dentro del juego implica aceptar las reglas establecidas o luchar para cambiarlas.
Artes de vanguardia, visionarios de la estética contemporánea, instaladores, grafiteros... Por más intricado o críptico que sea el resultado, seguimos mostrando por encima de todo el deseo de autoafirmación, ese que impulsa al autor a dejar su marca, a personalizar su obra sellando así la voluntad de permanencia, de trascender a su tiempo. El mismo impulso que incita a tantos otros a grabar su nombre sobre un monumento, a escribir sobre un pupitre o acuchillar la corteza de un árbol.
Porque en el fondo, dentro del ser humano prevalece el deseo de comunicarnos, de expresar un mensaje y dejar una mínima señal de nuestro paso en este universo que cada vez parece menos infinito.
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