lunes, 28 de mayo de 2012

Náufragos

Dedos arrugados y entumecidos recorren como garras la blanca espalda donde, exhausto, respiras.
Surcos de estéril arado trazan  ilegibles mensajes sobre la arena. Horizontes azules salpicados de espuma, tapizada de sal la piel aún húmeda.
Huérfano de vestido y privado de orgullo tu cuerpo danza con las olas.
Ausente de voluntad y pensamiento, tu alma quedó en otro lugar.
Tras la tempestad, el silencio roto por un rumor contínuo: piedras que tintinean a miles agitadas por la resaca. En el recuerdo, un lugar; en el corazón, tantos rostros...
Todos somos náufragos.
Sentimientos arrastrados contra las rocas o depositados sobre playas de estéril aislamiento. Y sobrevivimos con cada pedazo de madera que arrastran las olas. Siempre esperando una señal, avivando el deseo de que nos salven. Aunque sigamos andando cada día, solos, perdidos y aturdidos, pendientes únicamente de recoger lo que necesitamos.

Despúes de la tormenta. Óleo sobre lienzo. 24x33 cm

Restos que flotan junto a la orilla, como pensamientos que recorren fugaces nuestra monotonía.
Noches húmedas al raso, bajo sábanas de estrellas.
Días de silencio y soledad ante el infinito de nuestra presencia.
Todos seremos náufragos.
Ante la luz del último amanecer, en el ocaso de nuestras vidas.
Y en el horizonte la promesa de un nuevo comienzo sobre las playas de otro océano eterno. 

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